Las Leyes de la Naturaleza son las Leyes de la Vida

>> lunes, 13 de octubre de 2008


"Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma." (3 Juan 2).

Miles, sí, millones de los que caminan por la tierra están sufriendo como consecuencia de su conducta equivocada. ¿No debieran valorar más su felicidad, su paz y su salud aquellos por los cuales Cristo dio su vida mediante su obediencia a las leyes naturales? Somos propiedad del Señor por creación y redención, y nos pide que estudiemos cómo cuidar nuestros cuerpos, observando cuidadosamente las leyes de la vida, la salud y la pureza.

Es nuestro deber preservar y honrar nuestros cuerpos, a fin de que no se conviertan, como consecuencia del descuido, la complacencia egoísta, los apetitos y las pasiones pervertidas, en antros de corrupción e impureza, detestables a la vista de Dios, moribundos mientras aún seguimos con vida.

Cuán vigorosa y espléndidamente resplandece la misericordia y la bondad de Dios en su proceder hacia su herencia. Todo el cielo tiene un profundo interés en nuestro bienestar, en que Satanás no nos controle ni nos amolde de acuerdo con su carácter. "Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama. Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación: y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada" (Mal. 4: 1, 2). . .

Al despreciar las leyes de la naturaleza, los hombres y las mujeres ponen el fundamento de la miseria y el sufrimiento. Debido a la debilidad de sus facultades morales se convierten en abyectos esclavos de sus pasiones. Algunos están cavando su tumba con sus propios dientes; otros inficionan sus cuerpos y sus almas, y debilitan sus facultades mentales, al someterse a viles actos que implican contaminación moral. De ese modo se cierran ellos mismos las puertas de la ciudad de Dios, porque el castigo que reclama la violación de la ley se debe cumplir. La sanción debe recaer sobre ellos. . .

Hay lecciones que aprender en esto, que si las ponemos en práctica, traerán salud al cuerpo y la mente. Si los hábitos relativos al comer y el beber se mantuvieran inteligentemente bajo el dominio del ser humano, y entonces éste comiera y bebiera para gloria de Dios, su vida se prolongaría. Comamos para vivir; no vivamos para comer (Manuscrito 53, del 24 de abril de 1896, "Un conocimiento de la fisiología necesario para la educación").

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Vida, Salud y Bienestar

>> jueves, 21 de agosto de 2008


“La verdadera temperancia nos enseña a abstenernos por completo de todo lo perjudicial y a usar cuerdamente lo que es saludable. Pocos son los que comprenden debidamente lo que es saludable. Pocos son los que comprenden debidamente la influencia que sus hábitos relativos a la alimentación ejercen sobre la salud, su carácter, su utilidad en el mundo y su destino eterno. El apetito debe sujetarse siempre a las facultades morales e intelectuales. El cuerpo debe servir a la mente, y no la mente al cuerpo." Patriarcas y Profetas, 605

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La mejor inversión

>> lunes, 18 de agosto de 2008

Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien (Sal. 139: 14).
La vida tan sólo se nos da transitoriamente: y todos debiéramos hacernos la pregunta: ¿Cómo puedo invertir mi vida de modo que rinda el mayor provecho posible? La vida es valiosa únicamente si la empleamos para el beneficio de nuestros prójimos y la gloria de Dios. El cultivo cuidadoso de las facultades con que el Creador nos ha dotado nos capacitará para la utilidad aquí y la vida eterna en el mundo venidero.
El tiempo bien empleado es el que se dedica al establecimiento y conservación de la buena salud física y mental... Es fácil perder la salud, pero es difícil recuperarla ...
No podemos permitirnos el empequeñecer o dañar una sola función de la mente o del cuerpo por excesivo trabajo o por el abuso de cualquier parte de la maquinaria viviente. Tan ciertamente como lo hagamos, sufriremos las consecuencias. Nuestro primer deber para Dios y nuestros prójimos es desarrollar todas nuestras facultades. Debiera cultivarse hasta el máximo grado de perfección cada facultad con que el Creador nos ha dotado... Se necesita la gracia de Cristo para refinar y purificar la mente; esta voluntad nos capacita para ver y corregir nuestras deficiencias y para mejorar lo que es excelente en nuestro carácter. Esta obra, efectuada en nosotros por la fortaleza y nombre de Jesús, será de más beneficio para la sociedad que cualquier sermón que podamos predicar...
Hay pocos todavía que se han dado cuenta lo suficiente como para comprender cómo sus hábitos de alimentación tienen que ver con su salud, su carácter, su utilidad en este mundo y su destino eterno. El apetito siempre debiera estar sometido... El cuerpo debiera ser siervo de la mente, y no la mente del cuerpo. Todos debieran entender en cuanto a su organismo físico lo que el salmista pudo decir: "Te alabaré, porque asombrosa y maravillosamente he sido formado" (Review and Herald. 23-9-1884). 89

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Los 8 Gigantes de la Salud

El aire puro, el sol, la abstinencia, el descanso, el ejercicio, un régimen alimentario conveniente, el agua y la confianza en el poder divino son los verdaderos remedios. Todos debieran conocer los agentes que la naturaleza provee como remedios, y saber aplicarlos. Es de suma importancia darse cuenta exacta de los principios implicados en el tratamiento de los enfermos, y recibir una instrucción práctica que le habilite a uno para hacer uso correcto de estos conocimientos. El empleo de los remedios naturales requiere más cuidados y esfuerzos de lo que muchos quieren prestar. El proceso natural de curación y reconstitución es gradual y les parece lento a los impacientes. El renunciar a la satisfacción dañina de los apetitos impone sacrificios. Pero al fin se verá que, si no se le pone trabas, la naturaleza desempeña su obra con acierto y los que perseveren en la obediencia a sus leyes encontrarán recompensa en la salud del cuerpo y del espíritu (El Ministerio de Curación, pág. 89).


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1. Nutrición

Nutra su cuerpo con alimentos saludables que contengan abundantes nutrientes y fibra. Adopte poco a poco una dieta totalmente vegetariana. Mejore la digestión extinguiendo el hábito de comer bocadillos entre las comidas.

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2. Ejercicio

Fortalezca su cuerpo y mejore su aprecio por la vida haciendo ejercicio diario activo, al aire libre si es posible. Trate de caminar por lo menos 30 minutos diarios. La caminata es el ejercicio más seguro y uno de los mejores.


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